Varios perros de una competición canina a la que Alberto había inscrito a Max comienzan a desplomarse en cadena. La explicación más sencilla apunta a una intoxicación, pero pronto surgirán sospechas de posibles sabotajes para ganar la competición. Este caso afecta especialmente a Max, ya que sus instintos le hacen sentirse inevitablemente atraído por René, la estrella de la competición. Pero Max no es el único con problemas sentimentales: Marta recibe un gran palo cuando le llega la demanda de divorcio de Salva. Sin embargo, se lo toma como una nueva oportunidad de rehacer su vida. A Paula le parece buena idea organizar una cita a ciegas con Gómez, donde Marta va a descubrir que el poli no era tan cretino como se lo pintaba Alberto.